martes, 29 de diciembre de 2015

Escitas y celtas adoradores del sol. El camino solar del Occidente Atlántico


  Publicado en Los orĂ­genes celtas del reino de Brigantia (Ed. Abada, 2007) 

R. Sainero. 
Emeritus Professor. Academic, for invitation, of the Institute for Education and Research.
De los escitas sabemos que vinieron del centro de Asia  alrededor del s. VII a. de C. asentándose en las llanuras al norte del Mar Negro, llegando a fundar un poderoso imperio que extenderĂ­a sus fronteras desde el Caucaso hasta Persia y Egipto, llegando a controlar la PenĂ­nsula de Anatolia, y elaborando una cultura notablemente elaborada para su tiempo como demuestran las joyas y ornamentos de oro encontrados en las tumbas de sus reyes y nobles. Referente a su origen y sus creencias la mejor documentaciĂłn nos la ofrece HerĂłdoto en su Historia (libro iv, 5). En un principio el territorio estaba desierto, naciĂł un primer hombre, Targitao, hijo de Zeus y una hija del rĂ­o BorĂ­stenes. Posteriormente Targitao tendrĂ­a tres hijos: Lipoxais, Arpoxais y Colaxais. Durante el reinado de los tres hermanos cayeron del cielo cuatro objetos incandescentes de oro (un arado, un yugo, un hacha de doble filo y una copa). Estos cuatro objetos podĂ­an representar las cuatro categorĂ­as sociales existentes entre los escitas los campesinos( yugo y arado), los guerreros (hacha) y  la casta religiosa (copa de los ritos sagrados). La copa de oro incandescente caĂ­da del cielo, presumiblemente es una copa enviada por el dios sol en el que creĂ­an los escitas. En la leyenda del robo de los bueyes de GeriĂłn, HĂ©rcules en su viaje a la isla de Erytia viajará en la copa del sol y a su regreso, con los toros robados a GeriĂłn, volverá en la copa solar hasta Escitia. Una vez más tenemos una sorprendente similitud. Las copas en Irlanda fueron usadas por primera vez durante el reinado de Tighearnmas en el año del mundo 3580, tambiĂ©n fue el primer rey que descubriĂł y trabajĂł el oro y durante su reinado se introdujo un tipo de adoraciĂłn a Ă­dolos segĂşn nos atestiguan algunos manuscritos como son los Anales de los Cuatro Maestros (O’Curry p. 5).
Lo mismo que de la religión de los escitas tampoco tenemos mucha documentación de la primitiva religión céltica. Sabemos que celtas y escitas adoraban al dios sol y tenían veneración por los caballos puesto que después del sol eran los seres más rápidos sobre la tierra.
     Escritores antiguos como Diodorus (4, 18, 2), nos hablan del culto al sol de los celtas. La religiĂłn celta se centraba en el culto al sol y a los astros y a la naturaleza. Existiendo fiesta en  determinadas Ă©pocas del año como el festival de mayo asociado a las cosechas y el festival de la nocha anterior al 1 de noviembre asociado a los seres de ultratumba. Los cultos principales eran al sol y a la luna y creĂ­an que existĂ­a un mundo de los dioses en el cielo, siendo el sol y la luna las divinidades más veneradas. En HispanĂ­a se han encontrado una serie de carros votivos que nos muestran, por lo menos algunos de ellos su relaciĂłn con los cultos solares.  De los nueve carros votivos estudiados por J. M. Blazquez en algunos de ellos podemos ver una clara relaciĂłn con el culto al sol y tambiĂ©n, carros con guerreros a caballo parecidos a otros encontrados en lugares como la Galia, Chipre o Escitia[1].
     La creencia de que Irlanda era un lugar sagrado aparece por primera vez en el Periplo de Himilco[2], Himilco explorador cartaginĂ©s del s. vi a. de C. nos habla de las islas Oestrymnides y a dos dĂ­as de viaje de ellas se llega a la Isla Sagrada habitada por los Hierni. Al ser mencionada como sagrada la isla podrĂ­a de esta manera guardar relaciĂłn con la idea de que era el lugar más alejado del mundo, y más prĂłximo a la puesta del sol, donde irĂ­an las almas de los muertos.
     El sol como fuente de energĂ­a y vida será el centro del ritual mágico de escitas y celtas, se pensaba que al anochecer se sumergĂ­a en las profundidades de la tierra llevándose con Ă©l el alma de los muertos,  EstrabĂłn indica en el Libro III de su GeografĂ­a la creencia de que el sol se hundĂ­a en las profundiades del mar y su calor producĂ­a el mismo efecto que un hierro candente sumergido en el agua con vapores y crepitaciones en su superficie:
"Comúnmente, dice Posidonio, y afirman algunos, que es mayor el sol cuando toca las márgenes del océano, y que hace estrépito como si el mar silbase o rechinase.[3]"

     Será HerĂłdoto el que nos haga una referencia básica de las pocas que tenemos sobre la religiĂłn de estos primitivos escitas, sus dioses los llega a comparar, con más o menos acierto, con los dioses griegos. H. Wagner (1971: 247) encuentra las siguientes claras relaciones entre escitas y celtas que perduraron a traves de los siglos:
1. Eochaid, dios-jinete de los celtas, tiene su parangĂłn en el dios-jinete de los tracios y escitas.
2.   El dios Hermes de los tracios y escitas era un dios supremo semejante al Lug celta.
3.   Uso de la bebida en ceremonias y acuerdos religiosos.
4.   Hábitos de incursiones guerreras: En Homero boelasiasi ien irlanda en la Tain bo CĂşalgne.
5.   Fiestas en velatorios y entierros por pasar el difunto a una vida mejor.
6.   Creencia en rĂ­os y pozos sagrados entre  tracios, irlandeses y britanos.
7.   El dios-jinete de tres cabezas y las estatuas de dioses irlandeses de tres cabezas.
          (en Rankin 30)



[1] J. M. Blázquez: Diccionario de las religiones prerromanas de Hispania, pp. 53-54.
[2] Recopilado por Avieno (s. iv  A. D) en su Ora marĂ­tima.
[3] EstrabĂłn: GeografĂ­a, Libro III, 5 (versiĂłn de Juan LĂłpez,Viuda de Ibarra e Hijos (Madrid), 1787