martes, 29 de julio de 2014

La herencia gallega en los manuscritos primitivos

                                    Publicado en El Correo Gallego (30, 3, 2014)
Ramón Sainero
Profesor Emérito de la UNED.
Director del Instituto de Estudios Celtas
wwwinstitutodeestudiosceltas

La llegada de los romanos a Galicia y otras partes del norte de la Península después de sangrientas campañas, irá cambiando la lengua y costumbres de los primitivos pueblos hispanos. La crueldad y el exterminio de poblaciones enteras como Numancia harán que muchos hispanos busquen refugio en los lugares más recónditos de la Península y otros haciéndose a la mar buscarán refugio en lugares donde todavía el yugo romano no se dejado sentir como es Irlanda y partes de Gran Bretaña. Los romanos lograrán despojar de su lengua y de buena parte de su cultura a los pueblos cántabros y del resto de Hispania pero no podrán impedir que la emigración desde el Cántábrico permitiera que durante siglos perdure una cultura ancestral llevada por hábiles marinos en débiles barcos sobre las durísimas olas del Atlántico hasta las Islas Británicas. Una cultura que más tarde aparecerá escrita en los manuscritos primero en latín y luego en las lenguas celtas de Irlanda, Gales y Escocia.
Julios César intenta someter sin mucho éxito a los habitantes del Cantábrico. Del 62 al 60 a. C. su campaña se centró en incursiones costeras desde los barcos romanos, sin lograr pacificar el interior. Los ártrabos, los nerios y los célticos, ateniéndonos a Estrabón, eran las tribus asentadas en el noroeste de España en aquellos momentos y Los célticos eran el pueblo asentado en el sur de Galicia procedente de la cuenca del Guadiana y sur de Portugal, próximos a los cinetes según nos indica Heródoto en el s. V. a. C., lo que nos hace pensar que los celtas más antiguos se encontraban en el sur de Hispania. “Los que viven más alejados son los ártrabros, en la región del cabo que llaman Nerio, que separa los flancos occidental y norte. En ella viven también célticos, emparentados con los de las orillas del Anas. Dicen que en una ocasión en que hicieron allí una campaña militar éstos junto con los túrdulos, hicieron defección tras pasar el río Limia (Estrabón 3.3.5)”. Del 96 al 94 a. C. Publio Craso es mandado a Gallaecia en una expedición de sometimiento y conquista pero tampoco logra someter a las tribus del norte. En el año 135 a. C. Roma mandará a Galicia a Décimo Xunio Bruto  y dos años más tarde a Quinto Servilio Cepión.
En el 27 a. C. Octavio Augusto dirige personalmente una expedición de conquista en el noroeste de Hispania. Se efectúa el ataque contra los cántabros desde el interior de la península ayudado por la flota en el mar, es comandada personalmente por Augusto. En el 26 Augusto proclama la conquista final de Hispania. Pero astures y cántabros siguieron sin aceptar el poder romano, por lo que Augusto tuvo que mandar a sus generales Antistio y Cariso a continuar la lucha. Finalmente las sangrientas Guerras Cántabras del 29 al 19 a. C. lograrán someter a los pueblos cántabros y astures. Más de doscientos años para someter a sangre y fuego a unos pueblos que querían seguir viviendo sin el yugo romano.
Las lenguas y culturas autóctonas se irán extinguiendo en Hispania pero serán recordadas siglos más tarde en los textos del Libro de la Invasiones, los Anales de los Cuatro Maestros, los Anales del Ulster, los Anales de Clonmanoise, el Libro Amarillo de Lecan, la Historia de Bretaña de Nennius y otros muchos manuscritos que nos ofrecen esta realidad histórica, más o menos desdibujada con relatos y leyendas. De esta forma Galicia y sus gentes serían recordadas durante más de dos mil años hasta nuestros días en estos libros escritos por los monjes sobre “vellum” (piel de vaca curtida). Breogán, Mil de España, el reino de Brigantia y otros muchos acontecimientos relacionados con la Península Ibérica han quedado perpetuizados por la labor de estos monjes escibas.
Ateniéndonos a los relatos del manuscrito irlandés: Anales de Clonmacnoise, el clan de Breogán llego al reino del último rey de Tartessos  (Gárgoris en los Anales, 125 años después de su muerte, eso quiere decir que llegaron en el s. IV  a. de C, época que  coincide con la existencia del faraón Nectonebo en Egipto y  la de Alejandro el Magno. El historiador britano (galés) Nennius (en el año 800 d. C. aproximadamente), en su Historia de Bretaña  nos ofrece una versión de los hechos que no difiere mucho de lo anterior: