Publicado en El Correo Gallego (1, 12, 2013)
Ramón
Sainero
Profesor Emérito de la UNED.
“En la costa norte de la Galia, dice la
leyenda, existe un asentamiento de marineros cuyo trabajo consiste en
transportar a los muertos desde el continente hasta su última morada en la isla
de Bretaña.” (Rolleston: 1990: 131).
Estas
palabras de Plutarco, s. I d. C., nos hablan de unas creencias prehistóricas
existentes en la costa atlántica. El Ortegal, en Galicia, y Carnac, en la Galia,
zonas próximas al mar se encuentran llenas de tumbas megalíticas. Carnac, en Bretaña,
sería para Plutarco el final de la tierra de los vivos donde se embarcaban las
almas de los muertos para dirigirse a la Tierra de la eterna juventud. De algún
modo Finisterre, final de la tierra según indica su nombre, y el Ortegal se
parecen mucho a Carnac, en ambas regiones para los antiguos la puesta del sol
sobre las aguas al atardecer mostraba como el mar se hundía en las
profundidades llevándose las almas de los muertos en su viaje. Se conserva en
el Ortegal la leyenda de que vai de morto quen non foi de vivo a San Andrés de Teixido y también según
la leyenda San Andrés llegó a Teixido en una barca mágica, los restos de la
embarcación se encuentran en la costa convertidos en una roca llamada a barca de San Andrés. Desde sus escarpados acantilados se podía ver al atardecer
una línea de fuego sobre el océano que llegaba hasta el sol según se sumergía
en las aguas, eran las puertas que comunicaban con el Más Allá.
.Un lugar
mencionado por los escritores griegos que lo citan en sus obras desde tiempos
muy antiguos. Tal es el caso de Hesíodo (s. VIII a. de C.), que nos habla de
una isla mágica en la que vive una gente maravillosa que no tiene enfermedades
y disfruta de todos los bienes imaginables. Diodoro de Sicilia (s. I a. de C.) nos
habla de un isla resplandeciente o isla blanca existente enfrente del país de
los celtas en pleno océano que nos hace pensar en Galicia o Irlanda, en las que
viven seres sobrenaturales “parecía que la isla debido a su felicidad
excepcional fuera el lugar donde habitara una raza de dioses y no de seres
humanos” (Diodoro, Libro V, 19, 1-5).
Con la
llegada del cristianismo las creencias primitivas no desaparecieron en su
totalidad. Podemos ver como en el “viaje de San Brandán”, recogido, en el s.
IX, en el manuscrito Navigatio Sancti
Brendani podemos captar esta presencia primitiva en pleno mundo
cristiano. El monje irlandés San Brandan
se hace a la mar en dirección a la puesta del sol buscando una isla
sobrenatural, la isla prometida de los santos. Cuando la encuentra es
aconsejado que vuelva a Irlanda para enseñar la buena forma de vida al mundo
cristiano.
En la
documentación llegada hasta nosotros tenemos otra isla conocida en la época
medieval y considerada como auténtica por los navegantes, llegando incluso a
estar dibujada en las cartas de navegación. Nos referimos a la isla de Brasil o
Hi-Brazil, que no tiene que ver nada con el país de Brasil. Isla que lo mismo
que la isla de San Brandán que aparece y desaparece en la niebla y no se puede
llegar a ella. En el s. XIV aparece en las cartas de navegación de un tal
Angeline Dell’orto y en atlas marítimos como el de Abraham Cresques. En los s. XVI y XVII se realizaron
expediciones para encontrarla sin llegar
a conseguirlo. Hoy en día podemos hablar de esta isla mágica que puede ser
vista en la zona occidental de las Islas Canarias y está relacionada con la
isla de San Borondón (San Brandán). Existen relatos que atestiguan la
existencia de dicha isla, uno de ellos es el del autor de este artículo que
pudo ver hace unos años desde una cafetería de la Isla de la Palma, orientada a
la puesta del sol, la forma grisácea de una isla con formas apuntadas en su
superficie, a manera de bosques. Al preguntar a la camarera qué isla era
aquella, sin levantar los ojos de la mesa mientras recogía mi taza de café me
dijo que otras personas también la habían visto pero que allí a lo lejos no
había ninguna isla.