martes, 29 de julio de 2014

Remeros del Más Allá


                                    Publicado en El Correo Gallego (1, 12, 2013)
Ramón Sainero
Profesor Emérito de la UNED.
Director del Instituto de Estudios Celtas
wwwinstitutodeestudiosceltas

En la costa norte de la Galia, dice la leyenda, existe un asentamiento de marineros cuyo trabajo consiste en transportar a los muertos desde el continente hasta su última morada en la isla de Bretaña.” (Rolleston: 1990: 131).
Estas palabras de Plutarco, s. I d. C., nos hablan de unas creencias prehistóricas existentes en la costa atlántica. El Ortegal, en Galicia, y Carnac, en la Galia, zonas próximas al mar se encuentran llenas de tumbas megalíticas. Carnac, en Bretaña, sería para Plutarco el final de la tierra de los vivos donde se embarcaban las almas de los muertos para dirigirse a la Tierra de la eterna juventud. De algún modo Finisterre, final de la tierra según indica su nombre, y el Ortegal se parecen mucho a Carnac, en ambas regiones para los antiguos la puesta del sol sobre las aguas al atardecer mostraba como el mar se hundía en las profundidades llevándose las almas de los muertos en su viaje. Se conserva en el Ortegal  la leyenda de que  vai de morto quen non foi de vivo a San Andrés de Teixido y también según la leyenda San Andrés llegó a Teixido en una barca mágica, los restos de la embarcación se encuentran en la costa convertidos en una roca llamada a barca de San Andrés. Desde sus escarpados acantilados se podía ver al atardecer una línea de fuego sobre el océano que llegaba hasta el sol según se sumergía en las aguas, eran las puertas que comunicaban con el Más Allá.
.Un lugar mencionado por los escritores griegos que lo citan en sus obras desde tiempos muy antiguos. Tal es el caso de Hesíodo (s. VIII a. de C.), que nos habla de una isla mágica en la que vive una gente maravillosa que no tiene enfermedades y disfruta de todos los bienes imaginables. Diodoro de Sicilia (s. I a. de C.) nos habla de un isla resplandeciente o isla blanca existente enfrente del país de los celtas en pleno océano que nos hace pensar en Galicia o Irlanda, en las que viven seres sobrenaturales “parecía que la isla debido a su felicidad excepcional fuera el lugar donde habitara una raza de dioses y no de seres humanos” (Diodoro, Libro V, 19, 1-5).
Con la llegada del cristianismo las creencias primitivas no desaparecieron en su totalidad. Podemos ver como en el “viaje de San Brandán”, recogido, en el s. IX, en el manuscrito Navigatio Sancti Brendani podemos captar esta presencia primitiva en pleno mundo cristiano.  El monje irlandés San Brandan se hace a la mar en dirección a la puesta del sol buscando una isla sobrenatural, la isla prometida de los santos. Cuando la encuentra es aconsejado que vuelva a Irlanda para enseñar la buena forma de vida al mundo cristiano.
En la documentación llegada hasta nosotros tenemos otra isla conocida en la época medieval y considerada como auténtica por los navegantes, llegando incluso a estar dibujada en las cartas de navegación. Nos referimos a la isla de Brasil o Hi-Brazil, que no tiene que ver nada con el país de Brasil. Isla que lo mismo que la isla de San Brandán que aparece y desaparece en la niebla y no se puede llegar a ella. En el s. XIV aparece en las cartas de navegación de un tal Angeline Dell’orto y en atlas marítimos como el de Abraham Cresques. En  los s. XVI y XVII se realizaron expediciones  para encontrarla sin llegar a conseguirlo. Hoy en día podemos hablar de esta isla mágica que puede ser vista en la zona occidental de las Islas Canarias y está relacionada con la isla de San Borondón (San Brandán). Existen relatos que atestiguan la existencia de dicha isla, uno de ellos es el del autor de este artículo que pudo ver hace unos años desde una cafetería de la Isla de la Palma, orientada a la puesta del sol, la forma grisácea de una isla con formas apuntadas en su superficie, a manera de bosques. Al preguntar a la camarera qué isla era aquella, sin levantar los ojos de la mesa mientras recogía mi taza de café me dijo que otras personas también la habían visto pero que allí a lo lejos no había ninguna isla.